sábado, 24 de marzo de 2007

Vacantes sin postulantes: la paradoja del mercado laboral y el papel de las empresas

En los últimos años el concepto de empleabilidad fue muy utilizado en el área de RRHH.
Se lo define como la posibilidad de conseguir un trabajo o conservar el que se tiene.
Cuando se realiza el análisis de este término se dice que está compuesto no sólo por los conocimientos, habilidades y aptitudes sino también por sus las actitudes, los valores y el compromiso.
Estas características en su conjunto son denominadas competencias. Cada uno debería conocer y evaluar cuáles de esos factores tiene y utilizar los medios más adecuados para dirigirse al mercado que pueda requerirlos.
Siempre se hace hincapié en la idea de que podemos mejorar las competencias, desarrollarlas de acuerdo a lo que el mercado laboral demanda, y en que el mercado –en este caso las empresas- es algo dado, que no puede cambiarse.
En nuestro país hay gente que no consigue trabajo, pero se presenta la paradoja de que las empresas tienen vacantes que no pueden cubrir, situación que en algunos casos dura meses y que tiende a agravarse.
Ante el panorama actual, las alternativas posibles son dos: 1) limitarse a la queja respecto del carácter inadecuado de los perfiles disponibles, y 2) trabajar de manera activa sobre la fuerza laboral existente.
Algunas empresas optaron por la segunda alternativa y crearon programas a los efectos de trabajar activamente en el desarrollo de aquellas personas que no cumplen con las características requeridas.
Tal vez haya llegado el momento de invertir la afirmación y decir que las empresas también tienen que adaptarse al mercado laboral y trabajar con lo que éste ofrece.
Algunas organizaciones instrumentaron este nuevo proceso y están dispuestas a contratar postulantes a los que puede brindarse capacitación y desarrollo cuando los mismos no se ajustan a lo solicitado para determinados puestos.
No son objetivos que puedan alcanzarse a corto plazo, pero se trata de la solución más viable para superar la situación actual.

lunes, 12 de marzo de 2007

Reflexiones sobre las evaluaciones de desempeño

Lo que pienso de la evaluación de desempeño


Lo que ven los otros.

Espero con entusiasmo la evaluación de desempeño. Es el momento de ver como voy en el trabajo, allí podré evaluar si estoy progresando.
Los proyectos que me plantean últimamente son desafiantes, me dejan elegir mis procesos y mis recursos. No me supervisan pero se que puedo consultar si lo necesito.
Me gustan las responsabilidades y me gusta superarme, no solo lograr mis objetivos.
Tengo muy claro que tipo de decisiones pueden tomar y eso me motiva, además me dan la posibilidad de autoevaluarme y sugerir que creo que necesito para mejorar.
Me gusta aprender, eso me hace sentir seguro de mis posibilidades futuras, aquí o donde sea.


Cumplir con el reglamento

Llega el momento de la hipocresía, se evalúa el desempeño porque es un requisito que pide la empresa.
Se que lo que me digan está influenciado por el retraso en mi remuneración, por lo tanto lo que hago “esta bien” aunque nadie opine eso.
Seguramente, nuevamente, obtendré el bono que compensara el aumento de sueldo no otorgado
No existe una devolución, lo que hoy llaman feedback, solo completan un formulario que casualmente siempre lleva la cruz en el mismo lugar…
La verdad no veo diferencia entre los tiempos en que resistir y permanecer eran suficientes para ascender. Ahora creemos en la meritocracia.


Los problemas de la meritocracia

Desde hace unos años en la empresa se realiza gestión por desempeño. Una vez al año somos evaluados por nuestros logros y por los procesos que utilizamos para alcanzarlos.
Esta evaluación es realizada por mi jefe y su criterio. ¿Cuánto hay de real? Por eso solo quiero negociar los objetivos del año con el y cumplirlos lo antes posible, así el resto del año puedo ocuparme de otras cosas que me interesan.
Se que el sufre más que yo cuando llega el momento, eso de hablar con cada uno sobre el trabajo que hace, le ofrece más tareas y más conflictos.
Esta nueva tendencia trae mucha competencia entre nosotros. No genera sinergia sino rivalidad.
Aunque la empresa lo asesora para realizar el proceso se siente solo tomando decisiones, que sabe, no son más que enunciados sin respaldo en los hechos.